martes, noviembre 29, 2005

Desiderata


Max Ehrman (1872-1945)
(Desiderata = palabra latina que significa "cosas que se desean")

Ve plácidamente entre el ruido y la prisa, recuerda que la paz puede estar en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di tu verdad, quiétamente, cláramente. Escucha a los otros aunque sean torpes e ignorantes; cada uno de ellos tiene también una vida que contar. Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu. Si te comparas con los otros puedes convertirte en un hombre vano y amargado; siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú.
Alégrate tanto de tus realizaciones como de tus proyectos. Ama tu trabajo aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida. Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos. Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por hermosos ideales y dondequiera que mires la vida está llena de heroísmo.
Sé tu mismo. Sobre todo no pretendas disimular tus inclinaciones. No seas cínico en el amor, porque cuando aparece la aridez y el desencanto en el rostro, se convierte en algo tan perenne como la hierba.
Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reservas a los dones de la juventud. Fortalece tu espíritu, para que no te destruyan inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios; muchas veces, el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo mismo.
No eres más que una criatura en el Universo, no menos que los árboles y las estrellas; tienes derecho a estar aquí. Y, si no tienes ninguna duda, el Mundo se desplegará ante ti.
Vive en paz con Dios, no importa cómo lo imagines; sin olvidar tus trabajos y aspiraciones, mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa confusión de la vida. Pese a sus falsedades, penosas luchas y sueños arruinados, la Tierra sigue siendo hermosa. Sé cuidadoso. Lucha por ser feliz.

["Desiderata" fue escrito en 1927 por Max Ehrmann (1872-1945), abogado y filósofo de Harvard y publicado en 1948, después de su muerte, por su viuda, en el libro "Los poemas de Max Ehrman".(En 1956, el reverendo Kates, pastor de la iglesia de San Pablo en Baltimore (Maryland), incluyó el texto en una colección de poemas de su congregación. Alguien cambió la fecha del poema unos 200 años al decir erróneamente que el poema se encontró en una inscripción fechada en 1692 grabada en una tumba de la antigua Iglesia de San Pablo de Baltimore. El año 1692 es el año en que se fundó la iglesia y no tiene nada que ver con la fecha de creación del poema)].
Este texto y la explicación correspondiente los he sacado de
www.elhuevodechocolate.com, una estupenda página para niños y no tan niños.

Ellas

Ellas son así: unas son altas, otras son más bajas; unas son morenas, otras son más rubias; unas son más modernas, otras son más clásicas; unas son más progresistas, otras son más conservadoras; unas son realistas, otras son más idealistas… pero todas ellas son hermosas, todas son inteligentes, todas son valientes, fuertes y “resistentes”…
Ellas son mis hermanas: las que me dan la rosa aunque con ella, a veces, no puedan evitarme las espinas. Eso es ser hermanas y ellas saben serlo.
Todas hemos vestido alguna vez las ropas de las otras que es como haber estado alguna vez "en la piel" de las otras.
Gracias a todas vosotras que compartís conmigo este rincón de comunicación e intercambio y tantas otras cosas.
Este “homenaje” viene inspirado por muchas razones pero particularmente porque hoy mismo he recibido una de esas “rosas” (rosa pura y sin espinas). Hoy ha llegado a casa la cartera (la mujer que se ocupa del reparto de correo, claro) y me ha traído un paquete. En el remite una interrogación. Intrigada lo abro y me encuentro un paquetito envuelto de regalo. Entusiasmada y emocionada, he abierto el paquete y he descubierto un libro, un precioso libro que una de esas maravillosas mujeres me envía, como ella misma dice, “porque sí”. Gracias por ese gesto inesperado, por esa sorpresa gratuita, por el cariño que con ese regalo me transmites.
¡Gracias Carmen!
(Ana M. R. - Granada)

domingo, noviembre 27, 2005

INCIDENTE DOMÉSTICO


Poema de Miguel de Unámuno

Traza la niña toscos garrapatos,
de escritura remedo,
me los presenta y dice
con un mohín de inteligente gesto:
"¿Qué dice aquí, papá?"
Miro unas líneas que parecen versos.
"¿Aquí ?" "Si, aquí; lo he escrito yo; ¿qué dice?
porque yo no sé leerlo..." "¡Aquí no dice nada!",
le contesté al momento.
"¿Nada ?", y se queda un rato pensativa
-o así me lo parece, por lo menos,
pues ¿está en los demás o está en nosotros
eso a que damos en llamar talento?-.
Luego, reflexionando, me decía:
¿Hice bien revelándole el secreto?
-no el suyo ni el de aquellas toscas líneas,el mío, por supuesto-.
¿Sé yo si alguna musa misteriosa,
un subterráneo genio,
un espíritu errante que a la espera
para encarnar está de humano cuerpo,
no le dictó esas líneasde enigmáticos versos?
¿Sé yo si son la gráfica envoltura
de un idioma de siglos venideros?
¿Sé yo si dicen algo?
¿He vivido yo acaso de ellas dentro?
No dicen más los árboles, las nubes,
los pájaros, los ríos, los luceros ...
¡No dicen más y nos lo dicen todo!
¿Quién sabe de secretos?

jueves, noviembre 24, 2005

La mujer que amansó al león

En una aldea de Etiopía, un hombre y una mujer viudos, aunque jóvenes, se conocen y se enamoran. Deciden fundar juntos una nueva familia. Pero hay un problema: el hombre tiene un hijo de corta edad que no ha superado aún la muerte de su madre. El niño se muestra hostil hacia la nueva esposa de su padre y la rechaza como madre. Ésta le prepara platos especiales, le confecciona bonitas prendas y se comporta siempre amablemente con él, pero el niño ni siquiera le dirige la palabra.

La mujer acude al hechicero:

- ¿Qué puedo hacer para que mi hijo me acepte como madre?

- Me has de traer tres pelos del bigote de un león - le dice el sabio a la mujer.

La mujer se va, preocupada, preguntándose cómo podría arrancarle a un león tres pelos de su bigote sin ser devorada, pero decide intentarlo por el bien de su familia. Cuando, al fin, encuentra al león, guarda una distancia prudencial, temerosa de acercarse. Permanece largo rato observándolo de lejos. La espera se hace interminable. Hasta que la mujer decide ofrecerle comida. Después de acercarse un poco le deja un pedazo de carne y se aleja. Y cada día hace lo mismo. Poco a poco, el león, se acostumbra a la presencia de la mujer, hasta que ésta pasa a formar parte de su vida. Un día, cuando el león está dormido, le arranca tres pelos del bigote. Sin problemas.

Pero antes de llevarle los pelos al hechicero, comprende que ya ha resuelto su problema: ha hallado el valor de la paciencia. Como con el león, debe acercarse el niño poco a poco, esperando fielmente, respetando su actitud y su territorio, hasta conquistar su corazón con su paciencia.

Piero Ferucci ("El poder de la bondad", Ed. Urano)

domingo, noviembre 20, 2005

CUENTO DEL TORO (Cuento sin solución)


Había una vez un toro enorme. En su cabeza vivía un rico. En el riñón vivía otro, y en el fondillo otro más. El rico de la cabeza tenía pastos de invierno y de primavera para su ganado. El rico del riñón lo mismo tenía pastos de invierno y de primavera. Dijo el rico de la cabeza al del medio: –En los últimos tiempos este toro no ha comido hierba–. Díjole entonces el rico del medio al del fondillo: –Este estómago hueco se está vaciando–. El del fondillo respondió: –Ah, yo he vivido aquí muchos años, y este toro aún no ha vaciado sus intestinos en todo este tiempo. ¿Cuál puede ser la razón?–. Este hombre solía usar la bosta del toro para encender fuego.

Finalmente, el toro murió. Una zorra estuvo tres años comiéndoselo y lo terminó. Después de esto, sólo quedó en el suelo el omóplato del toro. Sobre aquel omóplato setenta guerreros acamparon y levantaron setenta tiendas. Después que los guerreros se marcharon, vino un pájaro y se llevó el omóplato en el pico. El ave se posó en los cuernos de un macho cabrío. Debajo de las barbas del macho cabrío vivía un viejo con su mujer. Al pájaro se le cayó el omóplato dentro del ojo del viejo. Juntáronse los vecinos con palas y azadones, pero no pudieron sacarle el omóplato. Entonces la vieja le lamió el ojo y sacó el omóplato...
¿De todo esto qué era lo mayor? Si se respondiera: «El omóplato», sería la idea de un tonto. Si se respondiera: «El águila», sería la opinión de un inculto. Si se respondiera: «El viejo», sería el pensamiento de uno perspicaz. Si se respondiera: «La vieja», sería la idea de un miope. Si se respondiera: «El macho cabrío», sería el pensamiento de un sabio. Si se respondiera: «Los setenta guerreros», sería el pensamiento de uno con multitud de ideas.

(Cuento popular mongol)

El silencio de las sirenas


de Franz Kafka

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.