Al principio pensé: "esto es un asunto menor; no merece la pena dedicarle ni un poco de tiempo". Pero después empecé a sentirme indignada como mujer, como hispanohablante y como ciudadana corriente.
En primer lugar, creo innecesario recordar que, como mujer, hago míos los postulados feministas. Por otro lado, no soy en absoluto sospechosa de simpatizar con principios conservadores, ni en política ni en otros aspectos de la vida. No obstante, no puedo dejar de sentirme abochornada e indignada con nuestra recién estrenada Ministra de Igualdad.
Lo que me indigna no es su desliz lingüístico, provocado seguramente (quiero pensar) por una hipercorrección en el lenguaje, un exceso de celo intentando evitar una terminología sexista. Lo que me indigna es su tozudez por mantenerse en el error, culpar a otros del mismo y justificarlo, en lugar de salir públicamente y reconocer que fue un “lapsus linguae”, que se equivocó. Si hubiera dicho “Ustedes disculpen, queriendo ser políticamente correcta mi lenguaje se contagió y acabé pronunciando una palabra inexistente e inexcusable”. Entonces, tras las bromas iniciales, nadie habría tenido nada que reprocharle. Sin embargo ella se mantiene obstinada en su error, afirmando que es el lenguaje el que es sexista y los académicos de la Real Academia de la Lengua una manada de machistas (y que conste que por muchos de ellos no seré yo la que ponga la mano en el fuego).
Yo, si pudiera, quisiera decirle a la señora ministra que nuestro idioma no es algo que naciera ayer, fruto de la conjura de un puñado de señores académicos. Nuestro idioma es el resultado del uso por millones de personas a lo largo de siglos.
Dicho todo lo cual, quiero subrayar un punto que creo que hasta ahora nadie ha señalado. No es necesario buscar un femenino a la palabra “miembro”, ya que esta palabra no es masculina ni femenina. O, mejor dicho, es tan masculina como femenina. Y es que, para conocer mejor nuestro idioma es imprescindible conocer también un poco de su historia (¡Ah, la Historia! Si la tuvieramos siempre un poquito más presente ¡¡qué líos nos evitaría!!). Resulta que la palabra “miembro” es el resultado de una larga evolución desde el latín (sincretismo de casos, evolución fonética, etc.). Así “miembro” procede de “membrum” sustantivo neutro latino. Se da el caso de que la evolución fonética de los neutros en “-um” (-um > -om > -o) ha dado en castellano términos en –o igual que ha ocurrido con el masculino ( los sustantivos masculinos en –us, por ejemplo, evolucionaron: nominativo en –us > sincretismo de los casos a favor del acusativo en -um y de -um > -om > -o).
Con todo esto quiero decir que una palabra no es más masculina ni más femenina por terminar en –o o en –a.
En castellano "miembro" es un sustantivo epiceno, indistintamente femenino o masculino según el determinante que le acompañe (el miembro, la miembro...)
No entiendo esta manía súbita por querer feminizar el idioma simplemente cambiando las –os por –as. Como si para ser femenina cualquier palabra tuviera que terminar en –a. Es como si para ser mujeres tuviéramos que ir forzosamente de color rosa. Absurdo ¿no les parece?
Lo que ocurre con todo esto es que, intentando evitar ser sexista en el lenguaje, se está incurriendo en el defecto contrario. Se acaba por utilizar un lenguaje discriminatorio y sexista poniendo “-as” a diestro y siniestro como el que le va poniendo lazos a las niñas para que se sepa que son niñas y no niños.
Quiero subrayar para terminar que, igual que nuestro idioma es fruto de una evolución histórica, también hay que tener en cuenta que esta evolución no ha terminado y que forzosamente seguirá evolucionando y cambiando, incorporando nuevos términos, transformaciones fonéticas y léxicas, etc. Eso es síntoma de que el idioma está vivo. Pero lo que ha hecho nuestra Ministra no tiene nada que ver con eso. Ha sido un simple "lapsus" (insisto en que prefiero creerlo así) que ella ha acabado por convertir en un atentado contra la lógica y la prudencia.
Respetémonos todos por igual, seamos hombres o mujeres. Eso sí es luchar contra el sexismo. Lo de poner "-as" cada dos palabras que pronunciemos es simplemente un absurdo que resta validez a un discurso, por otro lado, aún tan necesario.
En primer lugar, creo innecesario recordar que, como mujer, hago míos los postulados feministas. Por otro lado, no soy en absoluto sospechosa de simpatizar con principios conservadores, ni en política ni en otros aspectos de la vida. No obstante, no puedo dejar de sentirme abochornada e indignada con nuestra recién estrenada Ministra de Igualdad.
Lo que me indigna no es su desliz lingüístico, provocado seguramente (quiero pensar) por una hipercorrección en el lenguaje, un exceso de celo intentando evitar una terminología sexista. Lo que me indigna es su tozudez por mantenerse en el error, culpar a otros del mismo y justificarlo, en lugar de salir públicamente y reconocer que fue un “lapsus linguae”, que se equivocó. Si hubiera dicho “Ustedes disculpen, queriendo ser políticamente correcta mi lenguaje se contagió y acabé pronunciando una palabra inexistente e inexcusable”. Entonces, tras las bromas iniciales, nadie habría tenido nada que reprocharle. Sin embargo ella se mantiene obstinada en su error, afirmando que es el lenguaje el que es sexista y los académicos de la Real Academia de la Lengua una manada de machistas (y que conste que por muchos de ellos no seré yo la que ponga la mano en el fuego).
Yo, si pudiera, quisiera decirle a la señora ministra que nuestro idioma no es algo que naciera ayer, fruto de la conjura de un puñado de señores académicos. Nuestro idioma es el resultado del uso por millones de personas a lo largo de siglos.
Dicho todo lo cual, quiero subrayar un punto que creo que hasta ahora nadie ha señalado. No es necesario buscar un femenino a la palabra “miembro”, ya que esta palabra no es masculina ni femenina. O, mejor dicho, es tan masculina como femenina. Y es que, para conocer mejor nuestro idioma es imprescindible conocer también un poco de su historia (¡Ah, la Historia! Si la tuvieramos siempre un poquito más presente ¡¡qué líos nos evitaría!!). Resulta que la palabra “miembro” es el resultado de una larga evolución desde el latín (sincretismo de casos, evolución fonética, etc.). Así “miembro” procede de “membrum” sustantivo neutro latino. Se da el caso de que la evolución fonética de los neutros en “-um” (-um > -om > -o) ha dado en castellano términos en –o igual que ha ocurrido con el masculino ( los sustantivos masculinos en –us, por ejemplo, evolucionaron: nominativo en –us > sincretismo de los casos a favor del acusativo en -um y de -um > -om > -o).
Con todo esto quiero decir que una palabra no es más masculina ni más femenina por terminar en –o o en –a.
En castellano "miembro" es un sustantivo epiceno, indistintamente femenino o masculino según el determinante que le acompañe (el miembro, la miembro...)
No entiendo esta manía súbita por querer feminizar el idioma simplemente cambiando las –os por –as. Como si para ser femenina cualquier palabra tuviera que terminar en –a. Es como si para ser mujeres tuviéramos que ir forzosamente de color rosa. Absurdo ¿no les parece?
Lo que ocurre con todo esto es que, intentando evitar ser sexista en el lenguaje, se está incurriendo en el defecto contrario. Se acaba por utilizar un lenguaje discriminatorio y sexista poniendo “-as” a diestro y siniestro como el que le va poniendo lazos a las niñas para que se sepa que son niñas y no niños.
Quiero subrayar para terminar que, igual que nuestro idioma es fruto de una evolución histórica, también hay que tener en cuenta que esta evolución no ha terminado y que forzosamente seguirá evolucionando y cambiando, incorporando nuevos términos, transformaciones fonéticas y léxicas, etc. Eso es síntoma de que el idioma está vivo. Pero lo que ha hecho nuestra Ministra no tiene nada que ver con eso. Ha sido un simple "lapsus" (insisto en que prefiero creerlo así) que ella ha acabado por convertir en un atentado contra la lógica y la prudencia.
Respetémonos todos por igual, seamos hombres o mujeres. Eso sí es luchar contra el sexismo. Lo de poner "-as" cada dos palabras que pronunciemos es simplemente un absurdo que resta validez a un discurso, por otro lado, aún tan necesario.
Ana Manzanares
1 comentario:
Esta mañana escuchaba en la radio, continuando con ésta polémica, defensores de utilizar la expresión "la ministros" o "la abogado", por similitud entendí que era defensor de usar "la miembro"...pero yo me pregunto no estamos usando ya de forma habitual el termino ministra, abogada...y nadie se escandaliza?..yo tengo mis dudas sobre éste tema y considerandome toda una profana en el tema creo que el lenguaje avanza mucho más rapido que la Real Academia.
Un saludo
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